domingo, 26 de mayo de 2013

Querido diario:

Me llamo Sonia y desde hoy voy a contarte todo lo que me pase, tanto lo bueno como lo malo. 27 de septiembre:Hoy empiezo a escribirte, mi vida no es emocionante; espero no aburrirte. Hoy no me a pasado nada fuera de lo normal, espero que mañana cambie y tenga algo que contar. Te contaré cosas de mí para conocerme, para no perderte con cosas que puedan sucederme. Me llamo Sonia Pérez, tengo 19 años; me gusta asomarme a la ventana cuando llueve, vivo en un pequeño barrio al este de él. Cuando se acerca el otoño vivo con mi padre, con mi madre y con mi hermano; y con aquel perrito que compramos en verano. Trabajo en la oficina, soy diseñadora gráfica; mi jefe dice que tengo una imaginación mágica. Sueño con encontrar el amor al fin, ese amor que me esquiva y algún día me hará feliz. 6 de octubre: Como me a gustado ese concierto, lo he pasado en grande y mi padre no está despierto, sé que es tarde para escribirte; no podía aguantar, el chico que estaba al lado no me lo puedo quitar. Día 4: Hoy me lo he encontrado en el café, ¡vaya casualidad! aún no me lo puedo creer. Estaba en una sentado solo y con un libro, mirando su café descafeinado y pensativo. Miraba el móvil como si esperara una llamada, sin darse cuenta como cautelosa le observaba. Tocándose el cabello y el cigarro en la otra mano, ojeras hasta el luego de haber despertado temprano. Lo veo que se levanta y viene en dirección a mí; me da un papel, se acerca y dice "Espero verte aquí". Se había dado cuenta de que le estaba mirando, me había dado su número y me estaba mareando. 4 de noviembre: A pasado ya un mes, te habrás preguntado el porqué ya no me ves; sobre aquel día en el café, quedamos y acabamos en el parque San Miguel. Las risas y miradas terminaron siendo besos, ese día todo fue como era en mis sueños. Todos los días al salir de trabajar venía a recogerme con su coche donde el bar. 14 de noviembre: Hoy mi padre me a pillado, me a visto con el chico y la de Dios nos a montado. Me ha dicho que no me vuelva a acercar a ese cerdo. no sé qué hacer ni qué decirle; ¡coño, que lo pierdo! No se da cuenta que acaso la rabia a pasado igual, un padres testarudo que no le permitía amar. 4 de enero: Me he marchado de mi casa, estoy viviendo con mi chico; y yo no sé lo qué pasa, es como si el sueño no durara eternamente. Como si se estuviera transformando lentamente, a veces bebe un poco más cerveza de la cuenta. Y me obliga a hacerlo cosas que sabe que me revientan... A veces se le va la mana, ¿qué le voy a hacer? Son cosas que a cualquiera le podrían suceder. 4 de febrero: Empiezo a preocuparme un poco, tengo un brazo roto; ayer se puso un poco loco. La culpa es mía, no sé valorar bien lo que tengo; soy poco para él, está conmigo y yo me quejo. En el trabajo dicen que tengo que denunciarlo, que es un maltratador y que tengo que abandonarlo. Yo sé que no es así, porque no lo conocen; no pueden denunciar a cualquiera en cuanto lo conocen. 4 de marzo: Te escribo para despedirme, ya no volveré nunca a llorarte ni a reírte. La última paliza fue sin duda la peor, se descontroló y hundió mi cabeza en el radiador. Las balas en mi cuerpo no dejaban respirar, el espejo que observaba mi dolor al suplicar. Aparecen enrojecidas y mis rodillas en el suelo, plasmaban una imagen que tiemplo si la recuerdo. No volveré a mirar la lluvia desde mi ventana, querido diario; hoy no te digo hasta mañana.

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